Vacaciones aragonesas

Verano de 1978. Teresa Pàmies y su marido Gregorio, ambos sexagenarios, llegan a Broto, un pequeño municipio enclavado en el Alto Pirineo aragonés, con la idea de pasar unos días de descanso. Sin embargo, no tardan en despertar la curiosidad de los lugareños y pronto corre el rumor de que son dirigentes comunistas.

A primera vista, Vacaciones aragonesas podría considerarse un libro de viajes —ya que su autora recrea con gran detalle los paisajes del Alto Aragón— pero el relato va mucho más allá de las descripciones estrictamente geográficas: entre montañas y senderos, encontramos también a las personas que habitan dichos parajes, con sus sueños, deseos e inquietudes. 

Con una mirada aguda y una prosa llena de ironía y perspicacia, Pàmies nos sumerge en una historia que, más allá de las anécdota viajera, se convierte en una reflexión esperanzadora sobre la ineludible vejez y el paso del tiempo.